Según un análisis de consumidores, alrededor del 97% de los alemanes se cepillan los dientes al menos una vez al día, y cerca del 70% incluso utiliza el cepillo dos veces al día, tal y como recomiendan los dentistas.
Lavarse los dientes forma parte de la rutina diaria de la mayoría de las personas, pero es precisamente aquí donde acecha un peligro. Demasiada rutina reduce la atención. Se cometen errores, también al cepillarse los dientes.
Porque solemos limpiarnos los dientes de forma automática y sin pensar en ello, dejamos de controlar lo que hacemos y por eso nos cepillamos con demasiada presión, por ejemplo.
Este error de cepillado está muy extendido porque muchas personas piensan que un frotamiento enérgico y prolongado conseguirá que sus dientes estén especialmente limpios. Sin embargo, se trata de una idea errónea. Los científicos han descubierto en un estudio que cepillarse los dientes con demasiada fuerza y durante demasiado tiempo no es beneficioso e incluso es perjudicial.
En el estudio se observó y analizó la higiene bucal de voluntarios durante un periodo de cuatro semanas. El resultado fue que se recomienda un tiempo de cepillado de dos minutos con una presión de 150 gramos.
Cepillarse los dientes: Cómo encontrar la presión adecuada
El tiempo de limpieza se puede ajustar fácilmente. Ajuste el temporizador y listo. Pero, ¿qué pasa con la presión? Básicamente, se puede decir que para la presión recomendada de 150 gramos, el cepillo de dientes debe estar suelto en la mano.
Para que el cepillo de dientes funcione correctamente, es necesario que el cepillo de dientes esté bien sujeto.
Además, el siguiente truco ayuda: Presione en su balanza de cocina con su cepillo de dientes hasta alcanzar los 150 gramos. Esto le dará una idea de la presión de 150 gramos. Probablemente se sorprenderá de lo rápido que se alcanzan los 150 gramos. La mayoría de la gente se cepilla con mucha más presión sin saberlo.
Cepillarse los dientes: ¿Por qué es tan importante la presión adecuada?
El esmalte y la dentina subyacente forman una cáscara protectora alrededor de cada diente. Si se cepilla con demasiada presión, primero se daña el esmalte y después también la dentina. En otras palabras, el diente pierde su coraza protectora y, por tanto, es más fácilmente atacado por las bacterias, lo que lo hace más susceptible a las enfermedades. Además, suele aumentar la sensibilidad al frío y al calor. Cepillarse con demasiada presión también suele empujar las encías hacia arriba o hacia abajo. Esto deja al descubierto los cuellos de los dientes, que son más susceptibles de infección si están desprotegidos.
Es necesario dosificar la presión con especial cuidado cuando se utilizan cepillos dentales con cerdas duras. El tejido duro del diente puede ser literalmente triturado y los nervios dañados. La caries tiene un juego fácil. Por lo tanto, se recomiendan cerdas medias o más blandas, ya que entonces es más probable que una presión excesiva deforme.
Algunos cepillos eléctricos ofrecen un control automático de la presión. En estos modelos, una señal acústica o visual indica cuándo la presión es demasiado alta.
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